Por Paquita Sauquillo

Para conseguir justicia, necesitamos más mujeres en la justicia”.

Este es el lema utilizado por Naciones Unidas en el Día Internacional de las mujeres juezas, que se celebra cada año el 10 de marzo. Para la ONU, “la representación de las mujeres en el poder judicial es fundamental para garantizar que los tribunales representen a sus ciudadanas y ciudadanos, aborden sus preocupaciones y dicten sentencias sólidas. Con su mera presencia, las juezas aumentan la legitimidad de los tribunales, enviando una poderosa señal de que están abiertos y son accesibles para quienes buscan recurrir a la Justicia”.

Es tan cierto lo que preconiza la ONU que en aquellos países en que la mujer no forma parte del poder judicial, la democracia se tambalea. Esto es peor aún en lugares más próximos de lo que pensamos, en que esas mismas profesionales de la justicia están encarceladas por realizar su trabajo de forma independiente o por el solo hecho de ser mujer. El exilio obligado de muchas juezas y fiscales afganas es una dolorosa realidad solo comparable al terrible destino de quienes se encuentran aún en el país. Pero hay otros lugares, como Irán, que hasta no hace mucho tiempo era un país moderno y cosmopolita, en que la situación de las juezas y de las mujeres relacionadas con la judicatura, es también trágica.

El día 2 de marzo de la mano de la sección de Derecho civil que presido en el Ateneo de Madrid, realizamos un acto de apoyo y reivindicación a las mujeres juezas y juristas iranís, muchas de ellas encarceladas. Centramos este apoyo en la persona de la magistrada y premio Nobel de la Paz, Shirin Ebadi, por su activa defensa de los derechos humanos en un país en el que, si eres mujer, no posees los derechos ni las garantías fundamentales.

Tras la muerte de Mahsa Amini, la joven que fue detenida por llevar el velo mal puesto en septiembre de 2022, a manos de la Policía Moral de la República Islámica, la sociedad iraní ha salido a la calle manifestándose contra el régimen de los Ayatolás, enfrentándose a violenta respuesta oficial, que está causando decenas de muertos. Jóvenes, mujeres y hombres, protagonizan el descontento social. El pasado 8 de marzo la propia Shirin Ebadi, junto a otras relevantes personas como la primera portavoz parlamentaria afgana Fawzia Koofi o Benafsha Yaqoob, que pertenece a la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, firmaban una carta abierta por los derechos de las mujeres iranís y afganas reivindicando la redefinición de la palabra ‘apartheid’ no solo desde el ámbito racial, sino en una nueva interpretación, contemplando las jerarquías de género.

Occidente debe reaccionar y apoyar la lucha por la dignidad de las mujeres iranís y afganas. Desde el ámbito del derecho, vamos a reclamar que instituciones y asociaciones ligadas al mundo jurídico aborden la defensa de las abogadas, juezas y fiscales que, hoy por hoy, sufren en ambos países una terrible represión.  Debemos exigir que vuelvan a ocupar su necesario puesto en las instituciones para que, desde allí, puedan impartir la justicia que necesitan urgentemente todas las mujeres. Nuestra obligación es no consentir la impunidad.

NOTA. Recomiendo la lectura de la propuesta de resolución del Parlamento Europeo sobre la muerte de Mahsa Amini y la represión de los manifestantes en defensa de los derechos de la mujer en Irán que encontrarán junto a estas líneas.

PROPUESTA DE RESOLUCIÓN sobre la muerte de Mahsa Amini y la represión de los manifestantes en defensa de los derechos de la mujer en Irán

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *